30 junio 2006

Algo sobre el aprendizaje

De entre las cosas que me llaman la atención, siempre estuvo el cómo aprendemos... o más bien, el de dónde aprendemos. Está claro que uno no aprende de cualquier persona, aunque a veces nos esforcemos en creer que todos tienen algo para ofrecernos, (en el fondo todos lo tienen, sólo que nosotros no estamos por la labor de aprender de cierta gente) sino que nos centramos en la gente que nos genera cierta admiración, cierta expectativa, gente en la que, por la razón que sea, queremos generar algo. Aquí es donde llegamos al quid de la cuestión: ¿Podemos aprender sin la intervención de terceros? Creo que está claro que sí, porque tenemos cierta capacidad de abstracción, pero no voy a eso. Voy directamente al plano psicológico, creo que las cosas sólo nos interesan porque representan algo para otros que admiramos, por ejemplo: Yo tiendo a leer sobre filosofía, psicología, y algo de astronomía, física y alguna vez me interesan las matemáticas, pero no puedo con géneros como la novela y la poesía, generalmente me aburren. ¿Puede esto deberse a que en mi familia mi madre es psicóloga, mi padre tiene estudios en psicología, mi hermana y mi tía estudian psicología, y tuve una novia que lo estudiaba también? La respuesta es indudablemente sí, no sólo sí, sino que uno es causa del otro, y quiero hacer hincapié en esto, no me gusta la psicología porque ellos la estudian, no sólo me interesa porque ellos me la muestran, sino porque ellos la valoran, porque estudiándola entro en un lugar privilegiado dentro de su escala de valores, que es en definitiva una de las finalidades esenciales de todas las relaciones humanas.
Otro ejemplo: Siltha (el otro componente de este blog) tiene una tendencia a leer sobre todo, y ahora está leyendo Batman. Entonces, ¿porqué lee Batman? ¿Porqué leer eso y no otra cosa? Porque, y usando sus propios términos, ella gana “frikipuntos” de esta manera, y nos mola más a nosotros los frikis.
La conclusión entonces es: Nuestra identidad a la larga puede interpretarse como una serie de intentos de “impresionar” a cierta gente que nos interesa por el motivo que sea.
Probablemente tengamos ciertas tendencias (a leer, a hacer deportes, a las ciencias, a las humanidades, etc...) pero el último escalón de la expresión de estas tendencias está definida por esto que quise explicar, por una tendencia a ganar puntos de una manera bastante rastrera, bastante indiscreta, bastante cantosa, pero muy natural.
Cabe destacar que no es importante que la persona que admiramos se entere de lo que hacemos, o sea, el cambio, si bien en principio está generado para ellos, no supone que ellos lo valoren, pero sí el que nosotros sepamos que si ellos se enteran, lo tendrán en cuenta para bien, es narcisismo puro. Una vez más, somos narcisismo puro, ergo ego puro.